Azar o Karma?
Elecciones, siempre estamos pendientes de
elecciones y antes o después pensamos que la elección tomada no fue
la adecuada. Así ayer tuvo que decidir si arriesgarse a llegar a la
hora sorteando caravanas de coche o quedarse a dormir en su trabajo,
eligió lo último; la parte positiva es que ha llevado el coche al
taller a la hora y la negativa, o tal vez no, es que tiene toda la
mañana libre para turistear por la ciudad, después de todo, sus
amistades están trabajando.
Sus pasos le han llevado por lugares de sobra
conocidos, de sobra pateados, y sin embargo, hoy que es día
laborable y no ha tenido que ir pendiente de sortear a otras personas
o atento a que no le roben la cartera, ha podido detenerse en los
detalles, unas gárgolas aquí, una pintura exterior del Infierno de
Dante allá, enriquecedor. En este último detalle estaba entretenido
pensando que los detalles son la muestra más palpable del amor por
un trabajo, que se ha girado sin pensar ni mirar a su alrededor.
Hale! Encontronazo de sus ojos con un hermoso bralette que
resguardaba unos senos exquisitos, y el rubor de su cara se ha
mostrado en su plenitud a la carita femenina que había más arriba.
- !Perdón¡ -exclama ruborizado.
- No me lo puedo creer. ¿Gaby? .- dice la voz
femenina provocando en él una mirada a su pasado tratando de
identificar el rostro. Sigue diciendo – Claro, no te acordarás, yo
tenía 16 y tú unos veinte .- dándose cuenta de que su mirada juega
entre su faz y sus senos, se ríe y bromea- Y tampoco tenía estas
tetas, jajajajaja.
Trata de hablar lentamente para evitar
tartamudear.
- ¿Tenías el pelo ondulado, castaño y solías
vestir con una falda con can-can? No, no creo que seas Cristina,
Cristina tenía… bueno, ya me entiendes .- evita cualquier
referencia a sus pectorales.
- Nadie me iba a bajar la autoestima, así que me
rellenaba el sujetador, igual eso te ha despistado. ¿Tienes tiempo
para un café?.
- No, si, esto… - balbucea.
- Hecho, dos calles más adelante hay un café,
muy, ¿surrealista?.
Se deja arrastrar, mientras ella va comentando
cosas que ni él escucha porque está tratando de recordar cualquier
situación que le permita participar en la conversación.
Al final resultó que el café se convirtió en
varios cafés, sobretodo para evitar la mirada desaprobatoria del
camarero por estar ocupando una mesa sin consumir, le entiendía. Y
como me resultó muy agradable, la conversación y la mujer en la que
se había convertido, acordaron una cita para ir al cine y después
destripar la película. Quien sabe...