Se suponía que me habían retado a una serie de relatos eróticos de buen gusto encadenados, la persona en cuestión, desapareció ¿miedo?¿no saber estar a la altura? Vaya usted a saber. Me atrajo mucho la idea por algo tan simple como es el que dos puntos de vista diferentes en educación social, estatus -también social- y una diferencia de edad ¿importante, interesante? pudiesen ser sinérgicos, incluso barajé la idea de que ambos escribiéramos poniéndonos en el lugar del otro ¿Serían capaces los lectores de saber quién había escrito el qué? la idea resultaba de un maquiavelismo delicioso, sobre manera porque aún hoy, mucha gente sigue identificando una manera determinada de mostrar o no los sentimientos, con un sexo en concreto. En fin, espero poder retomar ese proyecto alguna vez con quien se atreva.
Mientras esperaba la decisión, el reglar las condiciones en que debíamos escribir, conseguí desencallarme del punto muerto en que me encontraba respecto al regreso de mi "Gato Casanova"; en la introducción el muy bellaco me sorprendió no dejando lugar para las risas y si para un discurso filosófico de gran pesadez -punto que he arreglado doblegándole a mi voluntad, advierto a los futuros lectores-. Por fin, me susurró con ese ronroneo que embelesa el corazón femenino más frígido, cuales habían sido sus aventuras, con una condición, escribiese a mi antojo sin ninguna restricción. Así pues, y evitándoles la introducción veamos que le pasó al gato conquistador.
(Mañana, que hoy es muy tarde y necesito descansar)
Malandrín Malandrón lo puso en un bodegón.
Maullando altivo marchó el gato de amor cautivo, por fin había hallado algo más que carne de venado, ya las estrellas no eran una excusa para que las damas levantaran la testa, y con ese gesto dejar su garganta a los besos del gato expuesta. Contenido de calderos volaron, desde las ventanas al suelo, con intención de dejarlo mal oliendo, que los maullidos desconcentraban a los que sexo después de un mes estaban teniendo, por no mencionar, !Sí¡ a los que estaban durmiendo. La noche parecía un día completo, que la sonrisa de la doncella iluminaba hasta su desconcierto. ¿Desconcierto? Pues si lectores, que de cerca le seguían dos bribones.
(Esto para ir abriendo boca, y aunque el gato se revuelve en mi interior, quiero dejar sorpresas, para cuando de nuevo salga el sol.
By: Simplicisimus
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