20/10/11
Cada cosa en su sitio
Cuando uno lee esta frase, "Cada cosa en su sitio", es fácil imaginar a alguien celosamente ordenado; pensamos que se refiere sólo a las "cosas" y no a los sentimientos. Si bien respecto a los "ordenados" hasta el punto de la obsesión bien poco podemos decir que sea agradable, no es menos cierto que un punto de orden debe haber en las cosas, si no... ¿de qué otra manera encontraríamos lo que necesitamos un día de muchas prisas?; pero no, no es del orden de las cosas materiales de lo que quiero hablar, si no de los sentimientos.
Los sentimientos, esos generales que pueden conducir a la derrota la vida de cualquier ser humano, están presentes en la vida profesional, personal y la soledad del uno mismo. Así pues, si bien los sentimientos van con con nosotros, debemos poner "cada cosa en su sitio", de manera que cada sentimiento debe hacerse evidente en la situación que lo provoca, de nada sirve estar enfadado con un suceso del trabajo y darle rienda suelta con un amigo, con la pareja, con los hijos, o simplemente con un desconocido. ¡No! No señores, no es necesario sentirse bien a costa de aquellos a quienes apreciamos o que ni conocemos, pero que de una manera u otra no son culpables. ¿Cuesta? Pues claro, las cosas no son fáciles, PARA NADIE, y en ello reside la alegría de superar los obstáculos de la vida y los que nos provocamos nosotros.
Esto es una constante en mi vida, el no mezclar las cosas, y he de confesar que cuesta sólo al principio, después se convierte en algo automático; y de esta experiencia personal saco algunas conclusiones:
1- La gente de tu alrededor se preocupa menos al desconocer las cosas, a menos que se las contemos.
2- Algunas personas, incapaces de separar las cosas, creen que por esa regla de tres, tú pagas con ellos lo malo que te pasa, sin pararse a pensar que igual simplemente tienes un día "malo", introspectivo.
3-Se aprende, gracias a las pausas entre suceso y gente no involucrada, a ver las cosas o hechos con un cierto distanciamiento, consiguiendo con ello darle sólo la importancia que tiene a lo acontecido, ni más ni menos; y por tanto, adoptar la respuesta más correcta y comedida.
Así que pongamos nuestros sentimientos donde realmente deben estar y sigamos disfrutando del viaje de la vida.
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