Ante tu impasividad me alborotaría,
Ante tu esquiva me irritaría,
Ante tu mirada perdida... sospecharía.
Sabes esto y juegas con mi desdicha.
Ante las puertas del cielo protestaré,
por hacer un angel de carne y piel;
Ante frases manoseadas ya dichas,
surge el demonio que me martiriza.
Ante una pregunta inconclusa,
Ante la lujuría más mundana,
Ante esa que es mi amada...
Desnudo mi cuerpo, mi pensamiento, mi alma.
Ante el calor de sus ósculos,
pláceme creer en el paraiso y no en el averno.
Ante la semejanza de las caricias entregadas,
busco la perfección que nos es proclama.
Y es que gozamos con cada fugaz instante,
ante los deseos en otras ocasiones recreados,
sinuosos caminos rebuscados,
ante los que de la vista ajena... ocultarnos.
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