En un suspiro inclinas tu cabeza,
entre mis labios disfruto de esa delizadeza,
en que conviertes un gesto sencillo,
en el deseo más intenso.
Entre los dedos, prisión de tus pezones,
en carcelera se transforma mi lengua,
entre la exquisitez de los dioses,
y lo terrenal de tu agua.
Entre tus palabras y tus hechos,
en cascadas de perlas,
en ligeros estremecimientos,
me deshago nada más que con un beso.
En el final se sosiega la inquietud,
en el cariño de unas caricias,
en la conversación de las miradas,
entre lo gozado y de la despedida la amaritud.
(Antes fue otro)
En el inclinar de tu cabeza adivino un regalo,
muestras para ser besado el lugar exacto,
cuya recompensa será mutua,
aderezado de un "amamé" sin pereza.
Y es que la piel lo demanda,
barrera entre la piel y el alma,
en pequeños poros a ser llenados,
entre palabras y gestos por todos lados.
En los besos lentos, dulces, pausados,
hallamos al paraíso lo más cercano,
entre la batalla diaria que nos aplasta,
ylas ilusiones aparentemente tan vanas.
De no ser... porque sé que no es cierto...diria que...nos conocemos.
ResponderEliminarSaludos