Práctico como soy me encuentro
sorprendido,
por una opresión en el pecho, por sentirme
perdido,
inmerso en un torbellino de colores donde
el negro... Ay, el negro,
el negro es mudo testigo.
Con cada latido del corazón en mi cabeza
se nubla mi consciencia,
mi cuerpo reacciona como un animalillo,
por instinto, al ser herido,
y es que duele la evidencia de nunca haber
sido querido.
Miro sin enfocar aquello que ante mi se
encuentra,
sonriendo, maldiciendo o moviendo la
cabeza,
se agita en mi, como hierba bajo la
tormenta, la poca destreza,
destreza de jugar con dados trucados
conociendo la respuesta.
Práctico como soy debería esperar a la
calma,
poner en orden las piezas, dar por zanjado
el tema,
y volver a escribir sin barreras mis
queridos poemas.
El amor no duele, querer poseerlo
si,
que las posesiones se roban, se
pierden
o por el azar se desvanecen.
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