Si no dejas que llegue un segundo bofetón,
¿Por qué dejas que una tras otra te hieran las palabras?
no tienes que esconderte bajo las mantas,
ni ponerte un escudo para evitarlas.
Ten clara tu esencia, pensar y sentir de la mano,
que las estupideces no hagan blanco,
ni las saetas lanzadas con todo el rencor,
deben disminuir tu propio valor.
Una mano marcada en la mejilla,
desaparece tras un buen rato,
queda sólo el recuerdo,
y la importancia que le has dado.
Quítale la autoridad que le has otorgado,
a las palabras del, en otro tiempo, ser amado,
y prevalezcan tus emociones, incluyendo los errores,
que tú mismo sabes enfrentarte a tus temores.
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