La vida, el algo intangible nombrado continuamente. ¿qué es la vida? Son multitud de pequeños sucesos, a veces buenos y otras no tanto, que van conformando lo que somos, pero... ¿Realmente la vida nos da forma a nosotros o nosotros moldeamos a la vida?.
Quería dar un giro en mis poemas, pues mi vida se tornó una espiral de tal velocidad de descenso que por la fuerza centrífuga sólo salían poemas reflexivos, pero tristes, que en cierto modo me servían para dejar salir las cositas que me iban arañando por dentro, desgastando no sólo mis fuerzas si no también mis ganas... de todo. Debí escribir una serie de narraciones sobre ello, en cambio escribí poemas que en ocasiones no rimaban con la melodiosa cadencia que tanto me encanta, pero hubiera sido lo mejor, vomitar todos y cada uno de mis pensamientos; y tal vez lo haga, pero no de manera pública.
De qué manera se puede poetizar sobre lo fácil que es para algunas personas "pasar página" hasta el punto de no reconocer en el otro -en la pareja- si no a un completo extraño, ¿no existieron los buenos momentos? ¿los malos? ¿proyectos compartidos?...
Cierto que hice y dije cosas que no iban con mi esencia, en mi descargo diré que ya no era yo, me había perdido en los deseos de la otra persona, en su seguridad, en sus necesidades... yo no existía, y tratando de reencontrarme cometí errores de los que no estoy orgulloso pero en su momento fueron el único camino que encontré para volver a mirarme en el espejo y atisbar leves sombras de la ingenuidad, de las ganas de amar a una sola persona ¿para qué más? Hay distintos tipos de amor, y la capacidad de amar es inconmensurable sabiendo los límites que conlleva cada uno de ellos.
Es cierto que únicamente cuando uno lo pasa sabe qué se siente ante los celos, ante el sentimiento de rechazo, ante los desprecios... . ¿Cómo pude vivir cerca de 23 años (23 años, !Dios mio¡) anulándome poco a poco sin rebelarme. ¿Por fortaleza? No lo creo, por algo más simple, por anteponer el bienestar de ella, y hubiera funcionado si por su boquita hubiera dicho qué la hacía feliz y no hubiera tenido que hacer de adivino. Y digo bien, de adivino, porque de su boquita no salía nada que no fuese un reproche o una orden; ni siquiera mis propuestas para que hiciese cosas le venían bien.
Trataré de volver a mis orígenes, a mi idealización del Amor, donde dos personas con entidad propia deciden caminar juntos, compartir las mismas salidas de sol aunque las interpreten de manera diferente. De cómo se afrontan los malos momentos cuando los lazos son queridos. De los placeres que se descubren entre sonrisas. De cómo sanan las heridas. De apoyo mutuo, aunque eso pase por hacer ver al otro los posibles errores.
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