Mi jardín, reflejo de mi alma.

El subconsciente refleja en nuestras elecciones lo que nuestra alma siente,

da igual si es un helado o un chocolate caliente,

o qué nos ponemos para salir sin encontrar inconveniente.

Así, mi jardín,

imagen es por entero de mí,

quiero hacerlo patente,

con estos versos melancólicos a la par que ardientes.

Hay en mi jardín, cactus, rosas y algún jazmín,

un sauce que no es llorón,

porque es un falso pimentel,

y una palmera en una esquina,

que parece del cielo un dintel.

El cactus, duro,  de infecciosas espinas,

es como las trampas que genera la vida,

a veces provocadas y otras,

nada merecidas.

Los rosales hermosos, rojos unos,

otros rosa y amarillos,

son las mil formas en que he querido,

y con cada marcha, cual espina, 

a quién amé, no guardo en el olvido.

Jazmin, de embriagador aroma,

cuando acaba el día y me siento a tu desaparecida sombra,

es la reminiscencia de recordar lo ya vivido,

y con su olor el recuerdo del hoy merecido.

Y la palmera?

al igual que parece sostener el cielo,

mi testarudez me mantiene firme, con los pies en el suelo,

y sus ramas, hermosas hojas de saetada terminación,

son mis palabras afiladas pero nunca dichas a traición.

Cuanto podría dibujar de mi persona,

ese jardín de claros y sombras,

pero escasos serán aquellos,

que vean más allá de lo evidente, de lo bello.