Pocas horas son las que dedico a mi descanso,
soy consciente de la factura futura el pago,
a menos que los días tengan veintiocho horas,
encadenado a ello me hallo.
Y es que no sabría eliminar nada de lo que hago,
priorizando y pormenorizando mis gustos y mis responsabilidades,
por más que indago en las profundidades,
encuentro para mí todo digno de ser disfrutado.
Amanecer sonriendo por el mero hecho de respirar,
conducir al trabajo desafecto que me tomo sin rechistar,
mas sacándole el jugo a cada tarea por ingrata que sea,
son horas deliciosas cuando pienso en ellas como una odisea.
Luego lecturas varias, ocuparme de mis cosas caseras,
dedicarme a mi amada,
escribir cosas a ojos semiextraños, bellas
cuidar el estado de mi cuerpo, no sólo por ser un templo de mi alma,
sino porque es mi herramienta diaria.
De manera eficiente distribuyo mi tiempo,
aunque diga lo contrario lo pendiente,
siendo un adicto a la vida y a su discurrir,
no quiero ser únicamente espectador,
sino aportar granitos de arena como creador,
tarea nada baladí.
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