Un grito, caldeado el ambiente,
golpes en la mesa sería lo siguiente,
congelando el corazón y la mente,
una sonrisa y una amable palabra,
son suficientes para convertir la lava
en una estrella incandescente.
En otro rato,
los agobios del trajín diario,
el ceño fruncido afea tus rasgos,
eres hielo, en tu trabajo es necesario,
... y yo...
me acerco y te abrazo,
forcejeas y me relajo,
caminas despacio,
sin mediar palabra te giro y el fuego está en mis labios.
Es difícil mantener el equilibrio entre el fuego y el hielo, aún así todos y cada uno de mis días lo intento. No es habitual saber separar, poner cada cosa en su lugar, no mezclar lo laboral con lo personal, los vaivenes de la vida con las ensoñaciones que nos empujan cada día; y sin embargo batallo diariamente por conseguirlo. Es cierto que en ocasiones no lo puedo remediar, muy pocas por cierto, y es en esos momentos cuando cuento contigo, para que me pongas en mi sitio jugando al ajedrez, siendo indistintamente las oscuridad de las negras o la luminosidad de las blancas.
Hoy, me he levantado con una sonrisa que se ha helado al no descubrir tu mirada acompañándome en la almohada y ha renacido la esperanza recordando que más tarde estarás de nuevo en casa. Algo más tarde, con la tensión necesaria conducía camino del trabajo y un "conduzco como me da la gana, piltrafilla", en un semáforo me ha increpado, con suavidad y firmeza mi contestación le ha hecho sonreír... "la carretera es toda tuya, adelante", y el corazón por un instante se ha detenido un kilómetro más allá, pues su coche estaba parado en un lateral humeando; no me he parado que estaba fuera de pie todo cabreado, pero sano. Seguimos con estos movimientos de piezas, en los cuales me adapto y anticipo a la tempestad o a la calma chicha, así unas cuantas horas hasta que regreso a casa, al lugar en el cual me siento a salvo y me relajo; pero hoy no parece que vaya a ser así, lo percibo desde el mismo momento en el cual oigo como la cerradura se abre y la puerta se cierra violentamente. Esbozo una ligera sonrisa, mas tu mirada quiere congelar el nacimiento de cualquier palabra.
-No parece que el día te halla ido bien- digo tratando de romper el hielo.
Sueltas el bolso y el ordenador brúscamente sobre el sofá, sin miramientos sueltas una andanada...
-Esto es increíble, el maldito José Luis lo ha conseguido.. -dices gesticulando y moviéndote como una fiera enjaulada- ... claro, se van de copas juntos -te giras y me señalas con el dedo- porque te aseguro que no es nada eficaz, es un cero a la izquierda, todo se lo tiene que hacer servidora, pero claro ...como el muy mamón ya se asegura bien de firmar los informes con su nombre...- Te plantas en jarras- Me tienen hasta los ovarios, yo cambio de trabajo pero ya!. -te vuelves sin esperar a que yo diga nada y te vas al aseo.
Te he seguido pensando bien lo que debo hacer o decir, te pillo sentada en el aseo.
-¿Recordando a los familiares de alguno?.- pregunto y me río.
-Si, encima guasÉate, anda sal de aquí! -dicho lo cual, cierras la puerta en mis narices, pues te queda a mano; y aún te oigo gritar... "Siempre a destiempo, no sólo voy a tener que cambiar de trabajo...".
Esta última frase hace que mi seguridad trastabille por un momento, sin embargo, nadie es cautivo de nadie, así que pienso que por no poner la carne en el asador no será. Espero pacientemente tumbado en la cama, apoyado en el codo. Sales del aseo sin reparar en que estoy esperando y comienzas a desnudarte.
-Preciosa mente en un precioso cuerpo, lástima que tu mal genio lo afea.- consigo mi objetivo, estallas de una manera brutal, gesticulando desordenadamente y frase tras frase vas perdiendo fuelle... . Por fin, te quedas paralizada, con los brazos a lo largo del cuerpo, la mirada baja y yo levantándome como un rayo te abrazo; todavía forcejeas musitando tu hastío por no ser valorada.
-Con que tu sepas que haces bien tu trabajo basta, deja esa batalla para mañana, con la cabeza fría, con las ideas ordenadas y ahora mírame y disfruta de "nosotros". Te beso lentamente hasta conseguir que tus labios respondan a los míos.
Un relato que por su extensión es casi un micro y sin embargo retratas el caracter del protagonista en breves pero significativas escenas.
ResponderEliminarYo no sé que efecto produciría en mí ese pero tu mal caracter te afea. Pero es cierto que cuando algo va mal puede costarnos dejarnos mimar o consolar.
Enhorabuena. Un beso.
Enhorabuena... por lo vencido.
ResponderEliminarNada hay mejor para apagar el hielo... que fundir el fuego. Aquí casi lo logras. Siempre existe la continuidad.
ResponderEliminarFelicidades.
Un saludo.