De repente todo me da vueltas, me siento fatal, me siento mareado... ella tímidamente se me acerca, me ofrece su mano y en su mirada no he visto jamas tanta pasión e inocencia mezclada, yo doy un paso atrás... ella se rie y me dice alzando un poco sus brazos: "tranquilo voy desarmada...."- con una voz aterciopelada y suave con acento que no puedo identificar. Acto seguido me da la espalda y se dirige a su ropa desperdigada, la busca y despreocupadamente se viste. Yo quedo inmobilizado sobre la roca, como una escultura, como una roca mas. No puedo apartar mis ojos de ella... ella todo lo ilumina y todo lo llena, mientras se viste en su propio ritual, se ata el mojado pelo en una cinta dorada. Me imagino boquiabierto, patético, insulso. Sigue en su arreglo de ropa como si yo no estuviera, viste simple, unos tejanos y una camiseta sin mangas. Un sudor frio me recorre la cara, se le marcan los pezones tras la tela de su sujetador y camiseta pues parece ropa de seda. Me he fijado que su ropa interior era del mismo color crema, resaltando su blanca piel. Cierro los ojos..."No está hecha la miel para la boca del asno", me digo y empiezo a caminar tratando de abrigar en mi mente lo acontecido como un sueño hermoso de adolescente.
Su caminar empezó casi como una carrera de marcha, pies ligeros que le alejaban del espigón, mas a cada paso pareciole que un ser invisible iba lastrando sus pies. Encendió un cigarrillo, dió un par de caladas y al ver un haz de luz iluminando la carretera, se hizo a un lado; el coche se detuvo casi a su altura y vió la cabeza del angel estirarse hacia él.
- ¿En serio creiste que me iba a suicidar?- dijo ella con una amplia sonrisa que se transformó en carcajada al ver la expresión de Juan Luis.
- Bueno...-comenzó a decir él- ... fue instintivo, espero no haberte asustado.
- La noche está preciosa y hace una temperatura agradable, pero parece que vas caminando y tal vez podría acercarte a algún lugar... -dijo ella con un leve pestañeo que Juan Luis no llegó a percibir, tan perdido estaba en ese rostro.- Por cierto, mi nombre es EVA- dicho esto tendió una vez más la mano a Juan Luis que se quedó petrificado, de hecho le era imposible apartar la vista de ella.
".....Y no sé ni como ni cuando, pero mi cuerpo, que ya no es mi cuerpo, de repente está sentado al lado de la conductora mas hermosa y enigmática que mi imaginacion pueda concebir. Conduce lenta, pero segura, conoce la ciudad aunque en ocasiones duda, me consulta algo y sigue... Mientras permanece callada, ensimismada, la miro de reojo, su perfil es perfecto... la veo tan joven, tan frágil y segura a la vez . Apenas hablo, temo que el sonido de mi voz sea como un soplido que derribe el espejismo de su reflejo".
-Tienes hambre - Eva no preguntó, afirmó - yo también, acompáñame, no me apetece cenar sola esta noche.
" Es un alivio que no me pregunte... ya ni respondo de mis palabras, me limito a asentir".
- Pero, si no te importa, déjame pasar un minuto por mi hotel, ahí enfrente, una ducha rápida y me cambio, me esperas aquí, no tardo-
Aparcó el coche, un deportivo alquilado, y sin esperar respuesta salió; la vió subir las escaleras de la entrada del hotel de dos en dos, "...es espontanea como una niña... y me encanta aún más por ello... yo, sin embargo me limito a ponerme bien la camisa y peinarme con las manos".
En menos de 15 minutos que a José Luis se le hicieron eternos, Eva regresó, de vuelta con la fragancia más sensual y sutil jamás experimentada por su olfato. Llevaba un sencillo vestido color malva muy, muy pálido con unos zapatos de tacón y un bolso blanco a juego, apenas joyas, apenas maquillaje, tal vez, se podría adivinar algo de colorete en sus mejillas y brillo en los labios, nada más. Él tan sólo se dijo a si mismo... "esta noche chaval, jamàs la vas a olvidar, y ya nada serà como antes......." y ante la idea... un nuevo escalofrío le recorrió la espalda.
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La rubia teñida, movió sus tejanos ajustados hacia el despacho de José Luis, que se afanaba por terminar los memorandums del día, quería salir antes y la excusa "oficial" era la visita a un cliente; evidentemente que lo visitaría, eso si, despúes de tener una charla con Eva.
-¡Ja, ja, ja, ja - rió estruendosamente José Luis cuando levantó la vista del escritorio y vió la escotada blusa que tenía a la altura de sus narices- Por Dios, Cristina, un día de estos me lanzo en picado sobre las montañas que adornan tu torso! Ja, ja, ja, ja... .
-¿Me estás tirando los tejos José Luis? -dijo Cristina con un cierto tono picante en su voz.
-Ni por asomo reina, que hay un refrán que me estimo y dice..."En la hoya que has de comer, el miembro viril no has de meter", jajajajajjajajj.- fue la contestación de José Luis sin poder frenar sus palabras antes de ver entrar a Vanesa, la representante sindical.
Vanesa parecía más un enterrador que un enlace sindical, y distaba mucho de parecer una fémina con ese pelo tan cortito, esa chaqueta de cuello mao abrochada hasta el final y esos largooosss pantalones que cubrían unas enormes y gruesas piernas. Dejó caer bruscamente un dossier sobre la mesa del escritorio con tal fuerza que hasta Cristina que no la había visto llegar, dió un respingo.
- ¡Por Dios! - fue todo lo que pudo decir Cristina, pues Vanesa había empezado un bombardeo de frases antisexistas ante la cara incrédula de Cristina y la enorme sonrisa de José Luis que se había acomodado en su sillón de tal manera que parecía estar viendo la televisión.
- Ya sabes Cristina, tendrás todo mi apoyo y el del sindicato si decides denunciar este acoso! -dijo Vanesa antes de salir airadamente del despacho sin esperar respuesta de ninguna de las personas implicadas.
- ¡Está fatal esta mujer! -comentó Cristina ,todavía indrédula ante lo sucedido.
-Ja, ja, ja, ja... bueno, debe haberlas pasado muy mal antes de llegar a donde está, si no, no se entiende, ja, ja, ja......- dijo José Luis levantándose para desperezarse mirando a través de la ventana.
- Desde luego como se ha puesto, y eso sin ver cómo te traía el café, no quiero ni pensar en su reacción, jajjajajaaja…- dicho esto le dió una palmada en el culo a José Luis.
- ¡Hey! ¿eso a qué se debe muchacha?. - dijo tras mantener el equilibrio, pues había sido una gran palmada.
- Que hace meses eres otro, José Luis, eres igual de eficiente pero con una… no sé si decir simpatía o alegría… vamos , que eres otro. Mira, además de esa palmetada, me atrevo hasta a hacerte una caída de ojos –dicho lo cual puso morritos redondeados y lanzando un beso pestañeó muy lentamente.
- Cristina, vigila o nos quedaremos sin personal, todos delante del juez por acoso a Cristina la de los “enormes ojos” –dijo José Luis dibujando unas curvas en el aire.
-“Ja, ja, ja, ja,ja…….- se fue desvaneciendo la risa de Cristina mientras salía alejándose del cubículo que llamaban despacho.
Se sentía totalmente liviano, con pasos danzarines se dirigió a los ascensores sonriendo a diestro y siniestro , la gente había notado el cambio pero la reputación de persona seria les había hecho descartar una amante, un lio momentaneo o tan siquiera escarceos con nadie.
- Hey Juan, hacía días que no te veía... cuida esa curva de Buda -dijo mientras frotaba la panza del susodicho Juan.
No sabría decir cuanto tiempo pasó en el ascensor, ni a cuanta gente saludó, sólo que tenía los pulmones henchidos de un aire fresco que pugnaba por salir gritando el nombre de Eva una vez más en la soledad de su coche, sin más testigo que él mismo.
Antes de doblar la esquina para entrar en el garage, le gustaba detenerse unos segundos frente al escaparate de una agencia de viajes, para soñar con recorrer alguna ciudad con Eva, que de buen seguro sería la mejor de las guias de tanto haber viajado de ciudad en ciudad por cuestiones de trabajo; un enorme rótulo de una oferta para viajar a Praga hizo que casi se le detuviese el corazón. .."¿qué estaría haciendo Eva en ese momento?"......
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