Sangre de su cabeza resbala por sus mejillas cual lágrimas ,
en un paraje desolado, sin juzgar, sin ser juzgado,
dobla la rodilla perdiendo toda conciencia
sumiéndole en el pozo del recuerdo, desolado.
!Ahí va¡ biennacido de madre,
de sangre noble,
aunque le llamen bastardo infame.
Buscó la gloria entre corderillos,
como a tales le llevaron, de otros, los andares,
batalleando por un falso castigo,
rompiendo cuerpos y estandartes.
!Ahí va¡ sin orgullo en el semblante,
paladín de los desheredados,
terror de los más grandes generales.
El último bastión de los cobardes,
acometió con fuerza, aún perdonando vidas,
mas ni uno solo de los adversarios viles,
quedó sin saldar sus deudas.
!Ahí va¡ a visitar a Caronte,
sin óbolo de pago,
¿transitará por el Hades o cruzará el Aqueronte a nado?
Una última imagen,
Banderas ondeando triunfantes,
pilas de muertos de ambos bandos,
enlazados por la sangre que han derramado.
Excelente poesía, le faltaron Dragones, pero excelente poesía.
ResponderEliminarSepa usted, señorito Gabriel, que no me ha desagradado el poema. De hecho, incluso me ha gustado. Es bonita la forma de expresar tal épica en la muerte del valiente pero odiado caballero y al final el hecho de que sí, ganaron unos, pero une a ambos bandos el hecho de que los muertos... no renacerán y su sangre derramada es, al fin y al cabo, sangre humana. No son diferentes.
¿Épico mortuorio? Veo que has superado un nuevo reto. Me gustan los poemas que cuentan una historia (aquí debería sonrojarme porque probablemente demuestre mi desconocimiento en poesía y todos los poemas cuenten historias)y es indudable que a pesar del género te muestras a ti mismo sobre todo en el último verso.
ResponderEliminarYo diría que sin moneda no se cruza. Quizá se quedó para siempre en la orilla.
Un beso.