Como pasar el dedo por un pétalo de rosa,
siento el árbol de tu espalda vibrar sincopado,
finos juncos de tu nuca se elevan desnudos,
convirtiendo el aire en delicada brisa.
Golpeteos amortiguados por un pecho que ama,
el corazón no entiende de palabras, sí de lo sentido,
se renueva el cauce del rojo líquido,
llenando de calidez mis palmas.
Rozarte...
pisar el meridiano que cual frontera nos separa,
creando un puente a un castillo sin mazmorras.
Semejando un cienpiés el dorso de mi mano,
camina hacia tus soles,
no esquives mis espejos,
hasta que por el deseo suspires.
Rozarte ya es un premio mutuo,
atrás quedaron diccionarios,
lejos de agentes extraños,
quedamos desnudos y sellados nuestros labios.
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