
Doy vueltas en mi cabeza a un mapamundi donde relatos y poemas transmitan paz, sosiego, ganas de ilusionarse, deseos carnales en los cuales se disipen las barreras entre la lascivia y los sentimientos amorosos.
Gozo tanto con el "aquí" de esta tarde que apenas si levanto la cabeza cuando una voz femenina me
pregunta... "¿Qué desea el señor?"; seguramente he contestado muy bajito absorto en mis pensamientos porque me vuelve a preguntar, y es al levantar la cabeza, cuando una radiante sonrisa equiparable a otras sonrisas que daba por perdidas, me hace abrir los ojos como platos. Apenas si atino a decir... "Podrías prepararme un coctel de Martini Cristal?". Veo como se aleja tras decir que por supuesto con una simpática carcajada.
Mientras coloca el posavasos y sirve el coctail me pregunta la camarera... "¿piensas escribir algo?; como me pilla por sorpresa, una vez más, repite la pregunta, y despertando de un recuerdo del pasado, contesto algo como... "¿Tu número de teléfono por ejemplo?"; y al darme cuenta de lo que he dicho, me ruborizo a la par que me rio y contesta... "Si no acabas borracho o tirándote al agua para intentar suicidarte, termino turno a las ocho". La veo entrar en el bar tras volver la vista atrás un instante en dirección a mi y desaparece.
Es curioso, esta tarde todo me lleva a lo mismo, a sentir que la vida es caminar sin más, disfrutando de la vista de una flor y dejarla atrás, de ser lo más justo posible en las decisiones y todo lo que puedas necesitar lo planta ante ti, sin necesidad de buscarlo sin atarse; esta tarde tomo la decisión de dejarme llevar, así que simplemente empiezo a escribir todo aquello que me sugiere el "ahora" sin más, sin querer hacer el mejor poema, sin querer escribir un relato que mantenga a los niños bajo las sábanas o relatos eróticos que nunca he vivido ni deseado; simplemente escribo... "Esta tarde...".
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