Brotan o se desbordan,
en tus manos está pararlas o enjugarlas,
permitirles que te desahoguen,
o al invierno convoquen.
Sal que te deshidrata dejando el poso de las ideas amargas,
o de malas jugadas ya pasadas,
cuando son por la partida de una persona querida o amada,
no hay lágrimas que sofoquen de la tristeza las llamaradas.
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