De hacer el amor, las fantasías y el perdón. (Memorias de un hombre heteropatriarcal 1).
Defendía que era mucho más "delicioso" y nutritivo el sexo con amor que limitarse a un aquí te pillo y aquí te mato; supongo que más debido a la "novedad" que a la reflexión, mis amigos defendían que lo mejor era lo esporádico, disfrutar de cuantos cuerpos mejor. No sabía bien cómo transmitirles el porqué ni el cómo, así que mi argumento quedaba sin efecto.
Hoy, a pesar de lo limitado de mis experiencias, lo cierto es que sigo sin poder dar un argumento "científico", pero si crear una hipótesis, cuando haces el amor, las sonrisas, las miradas, la dulzura o la pasión de las caricias deben provocar el incremento de sustancias en nuestro torrente sanguineo que incrementan el placer; pero en especial la percepción de que todo eso es por y para tí -esto debe ser recíproco, de lo contrario... que asco- y lo mejor, es la sensación a posteriori de que hay una persona caminando contigo, cómplice, experimentadora, amiga, enemiga, exigente, conformista... Contigo.
En cuanto a las fantasias, son sólo eso, variaciones de cosas comunes que debemos controlar, que debemos tener presente que son sólo un juego, que a ambos nos apetece y que acabado el juego, volvemos a ser los de siempre.
Un punto y aparte merece un comentario que me hizo una amiga: "La diferencia entre hombres y mujeres es que los hombres no suelen tener demasiadas fantasías y mucho menos cumplirlas; en cambio las mujeres tenemos muchas y las cumplimos". Inquietante, me resultó inquietante, porque estas palabras procedían de una mujer casada y entonces se me planteaban dos preguntas... ¿Cumplen sus fantasías a escondidas? y si es así, ¿Tan poca cómplicidad tienen con su pareja?. Y siguiendo esta línea, pensé en mi mujer por aquél entonces que no quería mirarme a la cara en determinadas ocasiones durante el acto sexual por "vergüenza", !Ni que estuvieramos en el siglo XIX¡, si había visto lo mejor y lo peor de su cuerpo... En fin...
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