Parón en la Espiral. (Memorias de un hombre heteropatriarcal)
Hay días y días.
La Espiral de salida, ya sea de un pozo o de un agujerillo minúsculo consiste en vueltas cada vez más amplias (sí, ya sé que los más puristas me dirán que una espiral puede ser de vueltas de igual longitud); la cuestión es que cada vuelta se hace más amplia, por un lado se ve cada vez más cerca la puerta de salida y por otro que se ralentiza el pensamiento o se agolpan los motivos para volver a descender.
Ahora sucede a la inversa, lo que queda a tus espaldas es lo malo que has ido recordando, son las heridas de la caída (una caída que de lenta ni te dejó darte cuenta de cuanto te estaban hiriendo), también los motivos que te llevaron a ir aceptando cada ofensa con vanas ilusiones de que todo mejoraría; y ahora, cada vez más cerca de la salida, se te muestra ante tus ojos todo lo que fue luz para una luciérnaga, cada beso, cada sonrisa, cada mirada iluminada que creíste sincera (tal vez lo fuera), incluso los regalos por cumpleaños o porque sí, a los que en realidad no dabas valor (si al detalle de hacerlos).
La ventaja de que se ralentice el ascenso es que ya no ves todos esos detalles hermosos como una sola pieza si no como lo que es... una enorme telaraña y eso te permite apreciar los huecos por los que poder salir. Sin embargo, son tan atrayentes esos recuerdos que resulta casi imposible resistirse a quedarse en ese lugar preguntándose, o peor aún...culpándose - qué hizo uno mal; sobremanera si no hay un cabo de una soga asomando, un cabo al que asirse, un cabo que sea una promesa de futuro y no un espejismo; y como uno sabe que depende de sí mismo, que nada externo dura para siempre, se frota los ojos, sacude el corazón y aún con un nudo en la garganta negándose a decir en voz alta: "No la necesito!" (algunos dirán que es dependencia emocional, yo simplemente que amé de verdad), sigo ascendiendo, a rastras, sí, buscando recuperar quién fuí en esencia, aunque ahora sea una persona más evolucionada.
Acabo de compartir este pensamiento con una mujer, una mujer que simplemente me tiene aprecio, y su apreciación me ha dejado descolocado por unos instantes:
- Patético, un hombre como tal, no se debe revolcar en lo mal que lo ha pasado, si no levantar el culo y seguir adelante, que en el mundo hay muchas otras mujeres, u hombres, eso según le apetezca, . Yo le diría al hombre de tu texto que deje de ser un llorón.
Claro, no he podido evitar decirle:
- Pero, ¿no sois vosotras las que dicen que un hombre, hombre, no tiene porqué ocultar sus sentimientos?".
Nueva contestación sorpresa:
- Por supuesto, pero en el día a día. Si te dejan, te jodes y tiras para delante, como hacemos nosotras.
He temido por un momento que se eternizara la conversación, o peor aún, que entraramos en una discusión del "mundo incoherente feminista"; Así que lo he zanjado con un: "Pensaré en ello, igual tienes razón y todo".
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