Mi niño.

Ser adulto tienes sus cosillas, como por ejemplo que un día oigas de lejos una vocecilla preguntándote qué es eso de ser mayor, y tú, como si no hubieses oído nada sigues caminando; nuevamente la vocecilla que te pregunta si ser mayor es ir con cara de haber chupado un limón, tú te sonríes, miras alrededor y al no ver a nadie,sigues tu paseo.¿Ser mayor es perder las ganas de saber si al final del arco iris hay un caldero de oro?, con gnomo gruñón, claro". Bien sabes de dónde procede esa vocecita, pero no quieres escuchar, hoy no, hoy estás venga a darle vueltas a cómo pagar la hipoteca, cómo conseguir que la mesa no esté vacía, cómo....!No te engañes, sabes que todo eso es mentira, la vida y el esfuerzo han conseguido que pese a todo no vivas tan mal, al menos económicamente, eso sí, sin tiempo para ti; de manera que decides que ya es hora, coges el teléfono y dices seriamente que cenen sin ti, que llegarás en cuanto puedas,no,no pasa nada, llegarás cuando te parezca, qué demonios...!Dejadme en pazzzzzzzzzzzz¡.
Tu respiración vuelve a recobrar su ritmo, una respiración casi superficial. y entre cada entrada de aire aparece un sonido lastimero, como el quejido de una rama antes de romperse, el sonido de un niño llorando.
- !Tranquilo, no pasa nada¡. ¿Qué haces agazapado entre los pliegues de mi pecho que apenas si te veo?
-!Tú dejaste de jugar conmigo poco a poco, hasta ser lo que soy, una sombra de ti mismo¡
-Pero, entiéndelo, tenía que trabajar, poder tener una casa, un coche para llevar a mi familia, un telev..., me hice mayor.
Nuevos sollozos...., y de repente...!Zasssssssssssssssssssss¡
Como una fiera herida, tu niño interior te grita...
!No tenías derecho a abandonar la ingenuidad¡

(te justificas diciendo que la vida es así)

!No tenías derecho a dejar de soñar¡

(otra excusa..., En la vida no se tiene lo que se sueña)

!Te casaste pero descuidaste el amor¡

(Eso duele, una lágrima aparece, pero apenas perceptible)

Y así continúa una tras otra con frases que te hacen bajar la vista, sollozar, llorar, gritar; todas ciertas como cabe esperar de un niño y sin medir las consecuencias, que eso es de adultos; sin embargo sabes que tiene razón y no puedes dejar de llorar.

Han pasado varias semanas, caminas por el mismo paseo donde una vocecita te puso en tu sitio,  donde una vocecita te enseñó, no por vieja, ni por sabia, sino por ser lo más honesto de tí mismo, que el camino es el que uno decide, no el que le imponen que las sonrisas nadie las roba sino se abandonan, que la curiosidad no desaparece por caer a tierra, que la bondad empieza por ser bondadoso consigo mismo, que los defectos y los sentimientos no son patrimonio de nadie; que el cuerpo envejece pero como un árbol frutal, que sólo desaparece cuando ya no puede dar más de sí mismo. Caminas, no eres el mismo, o sí, porque nunca dejaste de alimentar aunque fuese con poca cosa a tu niño.