No debe haber vergüenza en pedir ayuda,
que sea la persona adecuada es lo importante,
de lo contrario te indicarán el camino de salida,
según sea su interés predominante.
Así que me cargué de paciencia,
en una bolsita puse mis heridas,
solitaria prueba de levantar cabeza,
comencé la singladura con más ánimo que destreza.
Al igual que en una carrera,
cuanto más sanaba más dificil llegar a la meta,
y es que hay laceraciones tan profundas,
que hasta que no las ves no te das cuenta.
A las simples, por sencillas, no se le da importancia,
mas son las que te relacionan con el mundo,
te convierten en un ser extraño por no transformarlas ,
no por tu voluntad, ni fuera ni dentro del rebaño.
Date la opción de decidir,
cuando, cómo, con quién tus momentos compartir,
aún estando fuera del ganado,
siempre habrá quien a gusto esté a tu lado.
Las complicadas son otra historia,
porque para hacerlas conscientes
debes quitarles las capas, como a una cebolla,
para volver a tu esencia debes recurrir a la memoria ,
luchando con tus más profundos demonios,
para que reflote de tu interior la belleza.
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