Rencor!
Terminó de ponerse la chaqueta en el ascensor, y al mirarse al espejo sonrió tristemente mientras se apretaba el nudo de la corbata. No había sido justo. Había salido silenciosamente del piso dejando atrás a una mujer quince años menor que él, dormida, pero no agotada por la danza amorosa, si no de puro cansancio de estar todo el santo día enseñando inmuebles a compradores que no hacían más que poner pegas. No! Había salido con sentimiento de culpabilidad, ni escabullendo un posible compromiso, ni porque tuviera que ir al trabajo; simplemente no quería sentirse un miserable.
Una cerveza siendo observada por un individuo de mirada perdida más allá de la espuma, recordando las veces que había sido menospreciado, las veces que sus esfuerzos habían sido denostados y su cobardía de no levantar la voz diciendo basta, todo por no perderla. Toda esa rabia se había transformado en rencor, ni siquiera el golpear hasta el cansancio con toda su energía el saco del gimnasio le había dejado satisfecho, todo porque no entendía cómo se podía ser tan ruín; y ahí estaba esa mujer, preguntándole si saldría a fumarse un cigarrillo con ella para evitar a los moscones. Le pareció que se desquitaría con ella, así que fue galante, simpático, empático, comprensivo; en realidad siendo como era pero ocultando ese rencor que le carcomía.
La miraba, desnuda boca abajo, cada línea curva y rectilínea que dibujaba el cuerpo que había poseido salvajemente los primeros cinco minutos y al cual se había rendido entregando las mejores de sus emociones en forma de caricias. Ella sólo había dicho:" No tienes obligación de quedarte, sería bonito, eso si, pero puedes decidir. Gracias, por transformar tu ira en algo, mmmm, mucho más delicioso". No había dicho nada más, había sentido "su" rabia y aún así, había seguido jugando. Enigmática, o simplemente una persona comprensiva, una buena persona; no podía, no quería que al despertar se encontrara con la historia deleznable de lo que había sido su matrimonio. Por eso se marchó, o tal vez no fue eso.
Con las primeras gotas de lluvia resbalando por su frente camino al coche, se preguntó porque se seguía sintiendo miserable.
- Tan rabioso estaba que no fui consciente del anillo. ¡Está casada!
No hay comentarios:
Publicar un comentario