Conciencia!
Y pasó el tiempo, y siguió haciendo su vida como si no hubiese cambiado nada; seguía yendo a la carrera a los sitios pero sin nadie que estuviera azuzándole; un buen cambio, o como mínimo, un cambio agradable.
Continuó tomando su cortadito de media tarde, a veces era un café con leche acompañado de churros; siendo su compañía un libro o una libreta en la cual apuntaba sus reflexiones, o un poema, o un relato,; pero ya no una compañia humana, y no había notado el cambio simplemente porque la compañía era más parecida a una estatua a la que el viento, al pasar, producía sonidos que a una persona, hablaba pero no escuchaba, hacía aspamientos con las manos más parecidos al moverse de las ramas de un árbol cualquiera.
Y sí, el bucle se volvía a repetir, frente a él estaba su exmujer, pero el viento había cesado, en cambio el sonido de una cucharilla al dar vueltas a un té, que cada vez parecía más helado a tenor del poco vapor que desprendía, le recordaba el tic-tac de un reloj.
- ¿Podemos retomar nuestra relación? -dijo ella y la cucharilla seguía con su tictac.
Tras unos instantes silbó el viento por boca de ella. -¿Podrás perdonarme algún dia? Ya sé que hoy sientes asco, pero tal vez un día...
Por la cabeza de él cruzaron pensamientos mientras la miraba a los ojos tratando de ver más allá de la mirada con la que ella le veía: "Nunca esperé que volviera, ni de rodillas suplicando ni tratando de solucionar nada, igual se ha cansado de ir da cama en cama con falsas promesas de amor, o tal vez ni eso, igual cuatro palabritas halagándola han sido suficientes. Es tristeza, no asco; es triste que alguien inteligente, con caracter sucumba a tan poco, es triste que aún conociendo de primera mano lo que sucede en su entorno, incluso más allá, no haya sabido valorar su suerte". Esta vez el aire rugió: " Dí algo, llámame puta o algo peor, pero no te quedes en silencio, joder".
El apartó su taza y la de ella, tomó sus manos dulcemente, la siguió mirando directamente, pero una pequeña nube de tristeza evitaba que la alegría de volver a estar con ella la hiciera brillar.
- Si podemos volver, mi manera de tratarte no cambiará para nada; y supongo que tus experiencias en este tiempo enriquecerán tu forma de tratarte.
Ella esbozó una sonrisa a la vez que su mirada empezaba a resplandecer.
- Pero creo que tendrás que vivir con una espada de Damocles pendiente de ti.- continúo él-
- ¿Qué...? - un dedo de él sobre sus labios cortó la frase de ella-
- Quiero decir, el refrán lo deja claro, "Cree el ladrón que todos son de su condición", vamos, que constantemente te preguntarás si yo te seré infiel también. Si crees poder luchar contra ese pensamiento... - se levantó y le tendió la mano - ... demos un paseo.
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